El pasado 16 de noviembre, a la orilla del Manzanares, en el enclave musical que persiste con tenacidad, La Riviera, la agencia Houston Party celebró su vigésimo quinto aniversario, acompañada de veinticinco deseos resonando en la atmósfera. Es posible, que muchos de esos anhelos ya se hayan cumplido, y lo que es más significativo, es muy probable que esa noche se haya convertido en otro sueño hecho realidad. Houston Party siempre demuestra su habilidad para programar bandas y proyectos a la altura de los paladares más exigentes. Detalles meticulosamente cuidados, actuaciones de bandas de altísimo nivel; en resumen, esta nueva vuelta al sol se convirtió en una experiencia sonora exquisita.
La noche estaba liderada por dos bandas de increíble trayectoria: The Sadies y The Music of Big Star. La velada fue principalmente concebida para rendir homenaje y “rescatar de las sombras” a la banda liderada por Alex Chilton y Chris Bell: Big Star, cuya historia está marcada por la genialidad y el gusto musical pero también por la mala suerte o tal vez, por malas decisiones. Nadie mejor para acompañar a esta banda tributo que The Sadies, compañeros de agencia e inmersos en una gira muy intensa por Europa y por nuestro país.
The Sadies, en la actualidad tres, cuatro para siempre, son el mejor secreto guardado de Canadá. Son buenos, salvajes y distinguidos.
La banda es ahora liderada por Travis Good (Voz y guitarra), guitarrista de dedos larguísimos y de corazón caliente, que acompañado de sus maravillosas Gretschs abrió la noche junto a su demoledora y compacta base rítmica a cargo de Sean Dean (Contrabajo) y Mike Belitsky (Batería).
Desde el primer acorde, demostraron que son el power trío de súper héroes que cualquier melómano/a musical querría tener en sus pensamientos. Subieron al escenario con toda la fuerza y el misticismo que siempre les ha acompañado, ya que una gran bandera granate con un corazón tatuado sobre una imagen de Dallas Good los sigue como estandarte en cada uno de sus shows. Los canadienses ofrecieron una noche en la que nuevamente realizaron alquimia con el Country, Rock, Psicodelia o melodías más Western o fronterizas, enredadas con nebulosas de reverb y delays.
No flaquean en directo a pesar de la palpable ausencia de Dallas, no sólo líder y alma mater de la banda, sino también el compositor fundamental de la filosofía “The Sadies”. Su delicadeza, sus secretos vestidos en trajes western y su genialidad conforman el deseo que muchos de nosotros quisiéramos traer de vuelta.
Fuimos testigos del grandísimo y meticuloso trabajo que ha realizado Travis al fusionar sus guitarras con las de su hermano, cantar y respaldar de manera similar a como lo hacía en compañía, transformando su superpoder de armonías vocales en una voz más serena y más solitaria. Es un guitarrista soberbio y el justo heredero de la banda.
Sonaron temas de casi todos sus trabajos, desde: Another Season Again, Message for Belial (una de las últimas canciones que Dallas pudo ver publicada en vida y que, desde luego, cobra ahora un dramatismo absoluto en el que tal vez, una se pregunta desde la rabia por qué se van a veces los mejores). Les siguió Cut up high and dry, More Alone, Trough Strange Eyes, Better Yet, Rat Creek, Ginger Moon, Ridge Runner Rag, Lay Down Your Arms, entre muchas otras canciones que pusieron el lazo a la primera parte de la noche. Un broche de inconmensurable valor sonoro, porque escuchar su nuevo álbum, Colder Streams, es casi una suerte ya que se ha visto golpeado por la pandemia y el fallecimiento del pequeño de los Good.
**Si me permiten unas breves líneas personales… Diré que es muy difícil no hablar de The Sadies con entusiasmo y respeto, con emoción. Siento que son una de las mejores bandas del planeta y con toda la exageración que puede sugerir al lector, tenerlos en casa y verlos salir a rugir como leones, me parece un regalo y un plan imposible de rechazar. Desde este medio aplaudo y venero su valentía de salir de nuevo a girar y así homenajear a Dallas, adaptar su enrevesado repertorio a tres y conservar, con impoluta elegancia, el enigma y el misterio de sus composiciones. God Bless The Infidels!
La velada avanzó con la destacada presencia de la banda homenaje a Big Star (Alex Chilton, Chris Bell, Jody Stephens y Andy Hummel). Big Star fue una de esas bandas que enfrentó los peores obstáculos en su camino al Olimpo musical. Y aunque es cierto que el destino a veces es caprichoso, la carrera de Big Star tomó un rumbo maldito y diferente al esperado. Su explosión no se produjo tal y como se había planeado. Sin embargo, hoy dia sus tres álbumes, #1 Record, Radio City y Third continuan emocionando a todas las generaciones.
De esta manera, la historia a veces conspira para que la justicia musical se cumpla de forma inesperada. The Music Of Big Star, proyecto excepcional formado por Jody Stephens, el único miembro fundador (¡Y superviviente!) del grupo de Memphis, Mike Mills (R.E.M.), Chris Stamey (The dB’s), Jon Auer (The Posies), y Pat Sansone (Wilco). Esta banda homenaje ha sido creada con el propósito de preservar y revelar la esencia de la banda que fue, pero que no pudo llegar a su plenitud. Y así fue. Cada miembro demostró la devoción y gusto por la banda, todos ellos tocaban varios instrumentos que fueron intercambiándose para ofrecer un repertorio en el que el cariño y la delicadeza fueron claves.
«The Sadies (c) CGM» «The Music Of Big Star (c) CGM·
Estos proyectos son esenciales cuando las bandas originales ya no están presentes, nos permiten a muchos experimentar la fuerza de la emoción -inagotable- que provocan las canciones. Este grupo constituye una experiencia muy enriquecedora, acompañada de un larguísimo repertorio en el que, desde luego, no falta ninguno de sus más coreados hits. El público estuvo toda la noche emocionado; Temas como The Ballad Of The Goodo, The India Song o la bellísima, Thirteen entre muchas otras demostraron la altísima calidad compositiva de la banda originaria y por supuesto, el propósito cumplido de saberse triunfadores de la noche.
La pulcritud técnica y de ejecución fue uno de los detalles más destacados de la actuación que estuvo interrumpida por un breve descanso de cuarto de hora para que pudiéramos refrescar las gargantas. Muchas exquisitez musical. El espectáculo estuvo coronado con algún que otro tema de corte navideño, Jesus Christ, que se electrificó y se elevó con la participación de Travis Good, con un marcado paso de repertorio de corte más Power Pop a otro más acústico.
Esta segunda parte del concierto fue destacable por la destreza y por la habilidad de Chris Stamey con la guitarra. A ello le siguieron temas como I am The Cosmos o Thank You dedicadas a Chris Bell e interpretadas por Mike Mills, temas en lso que el público estuvo entregado por completo. Jody se ocupó de marcar el final dedicando unas palabras afectuosas hacia el público en las que agradeció la asistencia y el cariño que se había brindado al proyecto.
Ni la niebla ni el frío lograron detener a un público completamente entregado al espectáculo a lo largo de toda la noche. Al volver a casa, reflexioné sobre lo “milagroso” y singular que resultan estas convocatorias de conciertos: una banda tributo puede trascender su naturaleza de homenaje, y una banda incompleta puede convertirse en leyenda.
Volveremos siempre, Houston.
Texto: @rakiandroll_ Fotos: «The Sadies (c) CGM» «The Music Of Big Star (c) CGM·
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