Como si de un trabajo de orfebrería doméstica se tratase, Daga Voladora cocinó muy a fuego lento el que será su próximo trabajo discográfico. Ocho años, concretamente, desde aquel 2016 en que Cristina Plaza (conocida por militar en proyectos como Clovis o Los Eterno y por haber transitado un tiempo bajo el álter ego artístico de Gran Aparato Eléctrico) debutase con el primer disco de este proyecto que, ahora, nos riega en un cancionero fresco, atrevido, ecléctico y de una personalidad que se adhiere al córtex para siempre.
Con un marco sonoro y emocional que recoge aguas de corrientes tan convulsas como las de Broadcast, Stereolab, Cate Le Bon o Galaxie 500, pero también de una mirada cancionista que puede recordar a las Vainica Doble, Esclarecidos o Kikí d’Akí, entre otras, «Los Manantiales» combina lo lúdico con lo elegante: un repertorio inspirado en textos de autores como Steinbeck, Kerouac o Gary Snyder pero trabajados desde la intimidad del trabajo hecho a medida, y en el que Cristina Plaza consigue llevas a su terreno.
Un terreno que se debate entre un pueblo limítrofe con Ávila en el verano de 2022 y un sótano de Madrid, donde acabó en la mayor de las soledades (solamente con la ayuda de Fino Oyonarte en las mezclas y de Andrés Arregui al saxo) el cancionero que compone este versátil manual del nuevo cancionismo, que recoge momentos más cerca del dub, otros más cerca del imaginario de Lou Reed, donde brilla cuando se respira el espíritu lo-fi y DIY que ha atravesado toda su carrera, pero que en cada nota de estas nueve canciones se respira una singularidad e identidad artística únicas.
Un proceso que podríamos concebir como artesanal, ya que el disco de Daga Voladora se grabó con el ordenador personal de Cristina Plaza, con sus instrumentos, teclados analógicos, cajas de ritmo y ruidos que fue recolectando en el proceso. Un disco, asegura la artista, que por todo lo anterior, responde a la mejor noción de capricho. Un capricho rubricado y rematado por la espléndida portada maquetada por Beatriz Lobo y que no es, ni más ni menos, que un cuadro (‘La chica del King Creole’) del mítico artista Javier de Juan.
Es entonces en «Los Manantiales», que ve la luz a través de Lovemonk Discos Buenos donde podemos bañarnos los espectadores y escuchar a una artista a la que llevábamos tiempo esperando. El tiempo no pasó en vano y la vitalidad de estas canciones riegan de manera evidente nuestra fascinación hacia su sonido.
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