Ambros Chapel «A New Romance»

Hay discos evidentes y otros que solo parecen evidentes. Bravo por los primeros. No engañan a nadie, si son buenos gustan desde el primer momento y puedes echar mano de ellos cuando lo necesites. Si son malos, no hace falta insistir. Déjalos estar, no los vuelvas a escuchar, prueba con otro disco, prueba con otra cosa.

Pero ojo con los discos que solo parecen evidentes, los que te sugieren de manera instintiva que adoptes todas las alertas, que rechaces los prejuicios, que dudes de las etiquetas. Son esos discos con los que comprendes desde la primera canción que nada es tan fácil, que hay algo ahí que se va a escapar si no prestas atención: ese estribillo, ese verso, ese fraseo de guitarra, ese sensación que lo envuelve todo y que te obligará a regresar sobre tus pasos para cerciorarte de que lo que has escuchado no es lo que esperabas escuchar. Es mucho mejor.

“A new romance”, el nuevo álbum de los valencianos Ambros Chapel, es uno de esos discos que “solo” parecen evidentes, un cúmulo de ideas sencillas que conforman una imagen más compleja de lo que esperabas escuchar.

Al afrontar los trabajos de Ambros Chapel lo habitual -lo evidente- es, por ejemplo, recordar el legado siniestro y frondoso de bandas de la década de los 80 como Joy Division, Echo and The Bunnymen, The Chameleons o The Cure. Lo que ya no resulta tan evidente, pero sí definitivo, es la consciencia de que esas canciones van más allá de aquellos referentes.

Así, si estiramos por un lado, la canciones de Ambros Chapel también nos remite al David Bowie de la trilogía berlinesa. Y si lo estiramos por el otro, vislumbraremos también a los herederos británicos del Duque en los 90 (los primeros Suede, los Pulp más trascendentes) o nos toparemos con Jeff Buckley y las bandas que siguieron su senda entrado ya el siglo XXI.

Pero estamos hablando de influencias, de referentes, de evidencias cuando realmente “A new romance” va mucho más allá. En su último disco, Ambros Chapel superan de forma brillante y a base de calidad y ambición el cliché de la oscuridad y la nostalgia. Con “A new romance”, los valencianos confirman una personalidad que reivindica la etiqueta propia y orgullosa, que va más allá de los referentes y de las evidencias.

Disco tras disco, Pablo Casero, José Rodríguez y Alfredo Sanchis -más Óscar Vadillo, responsable de las guitarras hasta este trabajo- han insistido en trabajarse un camino propio. No es un camino fácil porque para andar por él es necesario insistir, investigar, imaginar y, sobre todo, disfrutar de lo que uno hace.

Todas esas necesidades han quedado cubiertas en “A new romance”. Una colección de doce canciones que explosionan como una especie de carga controlada, con una -si se nos permite- humilde grandilocuencia. Es un álbum rico en capas de sonido, texturas, teclados que surfean sobre las guitarras y, sobre ellos, efectos oníricos y una voz dramática, conmovedora y desacomplejada. En contraste, la batería suena orgánica y elemental, profunda pero no cavernaria, mientras que el bajo sostiene el ritmo sin aspavientos pero permitiéndose, cuando la ocasión lo requiere, enfilar líneas melódicas juguetonas y absolutamente modernas.

La sensación final cuando uno acaba de escuchar “A new romance” es bastante curiosa e incluso contradictoria. Pese a haber logrado dejar atrás lo enfermizo, ansioso y angustioso que podía vislumbrarse en sus anteriores trabajos, Ambros Chapel ha sabido en este disco mantener esa sustancia musical densa que cuando está a punto de dejar sin aire tus pulmones porque lo va a ocupar todo, se difumina de repente y permite entrar un rayo de luz con el que recuperas la calma e incluso te permites esbozar una media sonrisa.

Por eso, conviene introducirse en “A new romance” con confianza pero sin bajar la guardia, bien atentos a los murmullos, los sonidos y las sombras que se adivinan entre la maleza, pero disfrutando de un camino lleno de enormes canciones.

VORO CONTRERAS, periodista.

“A NEW ROMANCE”